Hoy en día todos conocemos la importancia de validar los documentos. Pero ¿cuáles eran las maneras de dar fe de su autenticidad de los documentos eclesiásticos hace no mucho tiempo? Con la aparición de la escritura surge también la necesidad de dar permanencia de los hechos. En esta ocasión queremos mostraros dos maneras diferentes de certificar que un documento ha sido elaborado por quien dice: los signos notariales y los sellos. Os traemos una pequeña muestra tras nuestros trabajos con documentación de Archivos Eclesiásticos, en este caso en particular del Archivo Diocesano de Lugo.

La autenticidad de documentos eclesiásticos mediante signos notariales

Los signos que los escribanos y notarios estampaban al final de los documentos validaban el carácter de instrumento público de una escritura. Cada escribano tenía su signo personal que en general solía presentar una configuración parecida pero con determinados rasgos que los diferenciaban y les confería ese carácter único. El signo notarial en los inicios solía ser una cruz, signo del cristianismo, y entre sus brazos iban cuatro puntos, tres que colocaba escribano y el cuarto el otorgante, una forma sencilla para que el que no sabía firmar. Sobre esos cuatro puntos encerrados por la unión de extremo a extremo de los brazos de la cruz irían surgiendo variantes cada vez más complicadas. A todo este conjunto se se le sobreponía un lema que decía: En testimonio de verdad.

Otro método para autentificar documentos eclesiásticos: los sellos

Otra de las maneras de validar el documento era a través de los sellos, en este caso prestaremos atención a los sellos de placa. A diferencia de las firmas, los sellos permiten la identificación de organismos o instituciones, no solo de personas. El procedimiento era sencillo y funcional, el trozo de papel se aplicaba sobre una capa de cera caliente o oblea y a continuación se presionaba la matriz del sello (donde iba el dibujo) hasta conseguir la impronta. Al secarse la cera, la hoja de papel se queda marcada con el escudo y a su vez pegada al documento. Con el paso del tiempo este papel evoluciona convirtiéndose también en elemento decorativo del conjunto.

Como hemos visto, a parte de este valor como instrumento jurídico y diplomático de garantía documental, es obvio que también tienen un importante valor como objeto histórico y artístico, conformándose como verdaderas obras de arte.

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