La Fundación Pública Gallega Camilo José Cela, junto con el Consello da Cultura galega y Unayta, han estado llevando a cabo labores de digitalización de documentos, concretamente de su colección epistolar en su sede de Iria Flavia, Padrón. Curiosamente, el edificio se sitúa a escasos metros del lugar de sepultura del escritor, así como de la casa en la que nació.

La Fundación Camilo José Cela digitaliza sus fondos epistolares de la mano de Unayta.

* Imagen propiedad de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela

La Fundación se localiza en un singular inmueble, formado por ocho casas adosadas, de doble planta, las cuales habían pertenecido en el siglo XVIII a los canónigos de la antigua Colegiata de Santa María de Adina. Actualmente, la colección de nuestro premio Nobel se encuentra en cuatro de estas casas.

La Fundación fue constituida en 1986 con el claro objetivo de salvaguardar sus famosos manuscritos, libros, documentos personales, obras artísticas y diversas colecciones de todo tipo, dejando así un legado cultural y artístico único en manos de una institución para que lo conserven y mantengan abierto al mundo y que puede acudir a disfrutarlo a través del Museo Camilo José Cela.

Tanto es así que, en el año 2012, la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia decretó la Fundación de “carácter público”, pasando a estar bajo la tutela directa de la Administración Autonómica y denominándose desde entonces Fundación Pública Gallega Camilo José Cela.

El Museo Camilo José Cela recoge la vida del laureado escritor al completo, desde sus humildes orígenes hasta su final en el año 2002. Para ello, parte de estas colecciones se alojan en sus vitrinas y expositores, como sus manuscritos personales, los cuales representan un caso excepcional en la historia literaria de España al estar reunidos bajo una misma institución y bajo un mismo techo. Para darnos cuenta de la envergadura de su obra, compuesta por 120 creaciones, La Familia de Pascual Duarte ha sido considerada por muchos críticos la novela española más editada y traducida de la historia tras El Quijote.

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En cuanto al cuerpo epistolar, sobre el cual hemos estado , destaca la inmensa cantidad de cartas conservadas -tanto las que recibió el autor como las copias de las que él mismo envió-, las cuales están en un estado de preservación realmente bueno y ordenado alfabéticamente, lo que agiliza su búsqueda y uso. Entre estas misivas, destacan cartas enviadas (y recibidas) a Gabriel García Márquez, Vicente Aleixandre o Rafael Alberti, así como a la intelectualidad gallega como Isaac Díaz Pardo, Celso Emilio Ferreiro y muchos otros.

Como señalamos antes, La Fundación conserva un fondo único que permite seguir con detalle las huellas del premio Nobel Gallego: mapas de viajes, agendas personales, folletos de exposiciones, etc. Se conservan también objetos cotidianos de su pertenencia, entre las que destacan una gran colección de botellas dedicadas por personalidades como Picasso o Hemingway, billetes de lotería, armas, barricas… ¡y muchas otras curiosidades!

No podían faltar las cuantiosas condecoraciones, distinciones y premios que Cela atesoró a lo largo de su vida. Destacar, en especial, la presencia en el Museo de la medalla del Premio Nobel de Literatura 1989, siendo el único gallego que puede presumir de tal honor. Se conserva también el Premio Príncipe de Asturias (en la actualidad Princesa de Asturias), logrado en 1987, o el Premio Cervantes, el cual le fue concedido en 1995. Estos premios son presentados con gran orgullo en el recorrido de la exposición junto a todo tipo de detalles y anécdotas que tienen que ver con cada uno de ellos.

El Museo Camilo José Cela también pone énfasis en otros aspectos de la vida del literato, como sus viajes y sus largas estancias en ciudades como Madrid y Palma de Mallorca, en las cuales escribió una buena parte de su obra y a las que siempre estuvo muy vinculado. También recoge su etapa en la Real Academia Española, sus 25 doctorados Honoris Causa, su labor como senador o su nombramiento como Marqués de Iria Flavia.

Pero, aunque el escritor viviera gran parte de su vida fuera de su comunidad natal, el Museo también nos da pistas sobre el amor incondicional que Cela sentía por Galicia y por su Iria Flavia natal.

También se conserva y se exhibe su mesa de trabajo de Madrid tal y como la dejó tras su fallecimiento en 2002, lo que supuso un minucioso trabajo de transporte y recolocación con el fin esencia y su forma de trabajar.

Camilo José Cela dejó muy claro que quería ser enterrado en el cementerio de Adina, contiguo a la iglesia de Santa María la Mayor de Iria Flavia, en frente de la propia Fundación. Quería descansar al lado de sus familiares y en la misma tierra que lo había hecho Rosalía de Castro (entre 1885 y 1991).

Cela pidió expresamente que su cuerpo no fuera nunca trasladado al Panteón de Gallegos Ilustres de Compostela al contrario de lo que pasó con la gran poetisa; y con respecto a la lápida de su tumba, encargada varios años antes de su muerte, pidió expresamente que una vez instalada nunca fuera limpiada, dejando que el musgo y la tierra la cubrieran para evidenciar así el minucioso paso del tiempo sobre ella.

Así era Cela.

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